martes, 13 de noviembre de 2007

Resumen de las dos primeras lecturas

1-“¿Qué es la ciencia?” (G. Longo)

Del idealismo de Schumpeter al materialismo filosófico

Es ciencia “cualquier tipo de conocimiento que haya sido objeto de esfuerzos conscientes [hábitos mentales y dominio de los hechos descubiertos por esas técnicas] para perfeccionarlo”. Es decir, la primera premisa es que la verificación empírica es inherente a ella (no por mera teoría) y que la Ciencia está en continuo perfeccionamiento, o no es ciencia. Prosigue Longo con su análisis (ana-lysis, separación de los elementos para aprehenderlos) a partir del conocimiento.

¿Qué es el conocimiento? Su finalidad es la comprensión de las normas (leyes) del universo empírico que rodea al hombre, de su realidad objetiva. La segunda premisa es que existe una realidad objetiva y, por ende, la Ciencia social “real” también será objetiva, lo cual lleva a una contradicción con el siguiente postulado respecto al conocimiento individual[1]. En fin, el conocimiento científico, si es tal:

-Debe proporcionar una descripción de la realidad, de forma que la explique, es decir, que permita “dibujar” las relaciones causales (necesarias o inherentes a sí misma) que vinculan los distintos objetos de la misma.
-La explicación de esa realidad social debe ser tal que ella misma “sea explicada a partir de su propia realidad social objetiva” (vinculándose a una determinada comprensión del mundo), lo que es común a todas las ciencias y lo que las distingue. Aquí llegamos a una tercera premisa, a saber, que se puede construir una ciencia verdadera o real, y por etapas, un progreso científico inherente a su mismo perfeccionamiento dentro de una comprensión verdadera de la realidad social “objetiva” y real.
La conclusión de lo anterior lleva al materialismo filosófico como única forma de conocimiento de la realidad, no solo como única ciencia real sino que abandona la lógica múltiple de aproximación a la realidad. Sólo puede ser esa aproximación, llevada a sus últimas consecuencias, conforme al materialismo, lo que es coherente con un postulado de ciencia social real y “objetiva”[2].

-Debe comprenderse [el conocimiento científico] tan sólo como una parte de la actividad humana, como un medio. De nuevo se considera el conocimiento como previo o mediato a la praxis sobre la realidad social, cuando podría ser a la inversa, el conocimiento a partir de la actividad práctica, aunque existiese una inquietud que podría denominarse cuestión teórica[3]. Que considere el conocimiento científico sólo como un medio (aplicable a la transformación de la materia) y en fases significa: por un lado, la eliminación del conocimiento como un fin, algo moralmente imprescindible porque impide la “manipulación ideológica-científica”, pero práctica y teóricamente incorrecto: puede orientarse a la praxis (de hecho, así es)[4], además de la orientación que para el conocimiento subjetivo o individual puede suponer. Además del conocimiento de la “verdad” (como si, desde distintos planos de abstracción, sólo existiese una) de forma independiente de la praxis sobre la realidad, considera la acción de forma colectiva y el pensamiento, individual, aunque se enmarque socialmente, lo cual tampoco es exacto: el pensamiento es social, y como tal es aprehendido y racionalizado de modo individual pero también colectivo, siendo inherente a aquél el conocimiento social. En este aspecto se podría inquirir: si la acción colectiva y el pensamiento individual son fenómenos sociales, y el individuo es el ser social, ¿es el conocimiento/pensamiento consciente el “pensar social”?
Por último, obvia las consecuencias prácticas de la ciencia cuando, en su acción, es “práctica consecuente” y, por tanto, social. Esto es, no puede obviarlas; puesto que se trata de “un marco conceptual comprensivo de las relaciones recíprocas que existen entre los hechos y fenómenos sociales…” (A. Einstein), puede ser, en su plano de abstracción, más total o “real” (en sus mismos términos), pero también ha de tener en cuenta las orientaciones y respuestas prácticas.

2-“¿Qué es una concepción del mundo?” (M. Sacristán)

a) Concepción del mundo y súper estructura: una concepción del mundo consiste en una “serie de principios que dan razón a la conducta de un sujeto”, inmersos en la cultura (valores, criterios, verdades sobre el mundo y lo social) de la sociedad en que vive y en su praxis cotidiana, reforzándola:

-Es parte de la súper estructura y susceptible de ésta, cuya subordinación real o más superficial a la súper estructura habría que contrastarla con las creencias reales de la Sociedad.
-A diferencia de las “verdades absolutas e inverificables” de las concepciones del mundo, el conocimiento científico positivo se distingue por su intersubjetividad[5] y por su capacidad de formular previsiones exactas, puesto que están sometidas a su verificación y falsación, al contraste empírico, lo cual es imposible e imprescindible en la concepción del mundo. Como tal (subordinada a principios absolutos o dogmas vitales), no puede postular afirmaciones susceptibles de verificación o argumentaciones analíticas, tan sólo metafísicas, que escapan al conocimiento científico. Tampoco es intersubjetiva, ya que, careciendo de un procedimiento metodológico y teórico contrastable y cuestionable, toda concepción del mundo es diferente entre sí, socialmente y en los efectos que genera (y reproducen) en colectividades e individuos.
-Ahora bien, las relaciones entre la concepción del mundo y el conocimiento científico muestran la situación de aquella como “inspiración” de la investigación positiva, si es la ciencia la concepción del mundo (sujeta a contraste empírico). Una relación constante en la investigación científica y que debe ser siempre considerada, a menos que no se parta de “concepciones del mundo”, respecto a lo cual la súper estructura dominante tenderá a deformar la investigación científica o, al menos, tendrá un efecto potencial de perversión científica.

b) La concepción marxista del mundo (materialista y dialéctica): es una concepción del mundo explícita en todos sus extremos. Es decir, busca la supresión del anclaje del conocimiento al idealismo o a las desviaciones ideológicas respecto a la realidad social. También es una concepción científica, en tanto ha de basarse en la validación de las ciencias reales, no en las afirmaciones metafísicas[6], lo que significa que las conclusiones del pensamiento marxista no consisten en una construcción voluntaria o idealista, porque no se llega por la mera teoría, ni tampoco superior, tan sólo científica. El marxismo no es una meta-ciencia, sino una concepción del mundo basada en la misma [haciendo explícitos los elementos de la realidad social y sometiéndolos a verificación] y con ésta como fin [de ahí que explique la motivación científica a partir del “inmanentismo”, la explicación de los factores a partir de las relaciones y procesos con los demás, no mediante una afirmación trascendental]. Dicha comprensión remite a lo histórico (lo inmanente) las posibilidades del conocimiento científico[7].

-La concepción marxista del mundo se basa en el materialismo por la capacidad de abstracción y analítico-reductiva (y deductiva) de la ciencia positiva, eliminando de la explicación del mundo los factores irracionales u opacos [pese a lo cual, advierte el autor, conviene no caer en la indiferencia respecto a lo cualitativo, algo inherente al conocimiento científico positivo llevado al extremo, conduciendo a una “materia vacía”]. Ello implica una penetración en la realidad material sólida (permitiendo, a la larga, conceptos y construcciones mejoradas), pero a modo de leyes generales, lo que elimina la posibilidad de individualizar los objetos (explicar su esencia).
-Se basa en la dialéctica porque, si la concepción del mundo tiene que dar de sí una determinada comprensión de las totalidades complejas, concretas y completas, y el marxismo tiene como base una concepción del mundo basada en la ciencia positiva, la dialéctica se ocupa del ámbito de esas totalidades concretas a partir de las abstracciones permitidas por el análisis científico. Por eso, si lo que se propone como concepción del mundo es dar una determinada comprensión de esas totalidades concretas[8] pero sin introducir más componentes de esa situación que las permitidas por el método del materialismo científico [los resultados de la abstracción y el análisis reductivo], el marxismo se reconoce a sí mismo como una dialéctica científica (a partir del materialismo) o una “filosofía científica[9]”: porque, desde el materialismo dialéctico e histórico, la mera dialéctica es filosofía [de ahí la crítica de Marx-Engels a Hegel, en cuanto idealista], y la ciencia “pura” es insuficiente de cara a la comprensión de las realidades históricas concretas [ya que “destruye” todo lo cualitativo, como se apuntaba anteriormente], de ahí que las totalidades sean “el nivel [de abstracción] del discurso dialéctico”. La síntesis marxista re-estructura los datos del materialismo científico como comprensión coherente (lógica, dentro de la inmanencia y la inherencia relacional de sus elementos) de la totalidad concreta.
Por último, respecto al cuestionamiento que se hace del materialismo dialéctico como “verdad eterna o pretensión de superioridad inmodificable”, habría que hacer dos precisiones: por un lado, a pesar de las múltiples desviaciones o perversiones ideológicas o incomprensiones metodológicas del mismo, una concepción del mundo con la ciencia como punto de partida y como fin no puede aceptar postulados que no sean verificables y analíticos. Pero, además, no es “eterno” en tanto la crítica es inherente a sí mismo; por histórico, comprendiendo las “totalidades históricas” y las relaciones inherentes a ese proceso histórico[10], lo que es inseparable de la concepción científica, por cuanto la ciencia es histórica y está en continua adecuación histórica o “perfeccionamiento metodológico”.





[1] El marxismo puede estudiar un plano de la realidad social más estructural u “objetivo”, pero asegurar que la ciencia es objetiva y que el conocimiento es individual, esto es, “subjetivo”, llevaría a una contradicción antitética, seguramente paliada porque el análisis de la realidad social desde la “ciencia objetiva” y desde el conocimiento a nivel “individual” se hacen desde perspectivas diferentes y marcos distintos. Lo que Marx llamaría diferentes “planos de abstracción”.
[2] Esto es lógico, si se atiende al postulado de realidad social en cuanto objeto. Ésta se aprehende mejor desde una lógica científica-materialista, por lo menos en cuanto al análisis de sus elementos, ya que éstos empiezan a cambiar, dentro de la observación científica, cuando empezamos a hablar de subjetividades y construcciones sociales de la realidad.
[3] Por ejemplo, mediante la praxis organizativa del trabajo es como el “proletariado y el proletario” llegarían al conocimiento “objetivo” de la realidad social del modo de producción capitalista, de sus contradicciones y de la consciencia de clase. De la organización práctica se llegaría al “conocimiento” y, de ahí, a la acción, no al revés.
[4] Esto es una de las críticas más incisivas del comentario crítico posterior hecho por Carballo, R. De la misma forma que la práctica puede orientar al conocimiento, el práctico puede obrar a partir de su conocimiento más o menos científico. En este sentido, es interesante la observación de NEGRI respecto a la condición del campesinado como “fuerza de trabajo y como científico multidisciplinar”. Ver Multitud.
[5] Los que ostentan dicho conocimiento asumen la comprensión científica del mismo modo, teórica y metodológicamente, de ahí la intersubjetividad.
[6] Al respecto, Sacristán afirma que la filosofía es apta como inspiración de la investigación y como reflexión coetánea sobre la misma.
[7] Histórico es en cuanto científico, de ahí la inmanencia. Si algo se da por preexistente o trascendente, entonces el análisis histórico no ha lugar y la explicación aprehensiva de la realidad social no pasa por el conocimiento científico sino por verdades eternas e inmodificables, por trascendencia ideológica.
[8] Las concreciones reales serían los individuos vivientes, como “ser social” por ser inherentemente social y también humano, las formaciones históricas o las situaciones concretas, “deconstruidas” por la ciencia positiva y recontruidas de forma coherente y sintética por la dialéctica.
[9] En cuanto la lógica dialéctica reconstruye las abstracciones científicas de forma coherente, describiendo las relaciones inherentes a esas “totalidades históricas”, y también como instrumento garante de coherencia teórica, dentro de su propia concepción del mundo que parte y “concluye” en la ciencia [más bien no concluye, se retroalimenta dentro de ella].
[10] Y a la crítica que, desde la lógica dialéctica, puede someterse.

No hay comentarios: