miércoles, 7 de noviembre de 2007

Productividad y rapacidad: eterno lastre

Síntesis de la clase de 7 de noviembre de 2007 (hace setenta años, en una galaxia lejana, muy lejana...[hoy parece aún más lejana]):
Dando un vistazo a las noticias de la economía española, y alrededor de los elementos cardinales del modelo relacional del sistema capitalista (productividad, competencia, precios, empleo y salarios), podemos concluir, una vez más: ¡¡¡vaya mierda de modo de producción que existe en este Estado!!! Algo que no es nuevo pero que, viendo la base condicionante que tiene la productividad, no deja de cabrear al personal, y más viendo la relación entre una pésima competitividad y un énfasis salvaje sobre la plusvalía absoluta. Si de la productividad depende todo el modo de producción, ¿cómo se encubre la falta de dicha productividad? Más aún, ¿qué se puede esperar de un sistema que a base de una sobre-extracción de fuerza humana impresionante no consigue apenas crear una mínima competitividad?
La productividad determina, en el modelo neoclásico, el proceso relacional del sistema (a saber, se incrementa la productividad y suben los salarios, sin perder competitividad), algo introducido también en el modelo keynesiano. Es decir, existe una IGUALDAD relacional, base sobre la que se construye el vínculo entre productividad y salarios (coherencia material con el pacto formal entre capital y trabajo), germen del mayor desarrollo económico en toda la historia mundial.
Siendo la productividad eliminada como concepto estructural, determinante de los salarios y encubierta por el alza de los precios [ocultando la pérdida de poder adquisitivo real a partir de las inflaciones de precios. Y encima, tras los años noventa, con un año de retraso], el proceso relacional cae a una DESIGUALDAD creciente en forma exponencial. ¿Por qué?
Dado que la productividad depende del I+D y del elemento humano, se dan dos condicionantes que suponen la esquilmación en, y del sistema: primero, el factor humano positivo es eliminado como determinante (la productividad), invadiendo el factor económico (el puro beneficio) todo el proceso relacional. Pero, además, la productividad depende del grado de inversión en I+D, lo que permitiría un incremento de plusvalía relativa; no en España, ya que existe una carencia rampante de conocimiento que permita desarrollar una tecnología propia o adaptar y renovar imitaciones externas. ¿Resultado? Ante tamaño despilfarro de tecnología aplicada, para incrementar cierto grado de competitividad se produce una sobre-explotación de plusvalía absoluta: ¡trabajamos mucho más para rendir lo mismo!
Se cierra el círculo con la "huída a los intangibles", lo que vuelve a hacer depender el proceso, no de la productividad y el salario, sino de los precios y de la extracción de beneficio, concluyendo en un detrimento crónico de la productividad y la competitividad, y, por supuesto, una incapacidad de desarrollar las fuerzas productivas (incremento del desempleo y retraso importante tecnológico).
Respecto al modelo Toyota, sólo quería exponer ciertas cuestiones. Compartiendo que la productividad es cada vez más un modelo "organizativo", el ejemplo de Toyota como "la empresa" no creo que pueda ser copiado, al menos aquí, por varias razones. Primero, el vínculo cultural entre fin y medio no es el mismo: el modelo Toyota parte de una conexión casi "vital" entre trabajo y vida, aún más, el modelo es un mismo modelo de vida (aviso para navegantes: no lo estoy juzgando), algo difícilmente aplicable en nuestro país, un sistema cargado de su misma "aristocratización" (como ya se dijo en otro texto) y de rapacidad intra e inter-clases. Además, el modelo Toyota puede suponer la culminación de la organización científica del trabajo, subordinado a la productividad y a la realización; pero, más que de voluntad, es de una invasión del ámbito productivo a cargo de la "rentabilidad financiera" de lo que estamos hablando, por consiguiente una ficción por el momento (está bien, pero parece poco probable).

A modo de conclusión, a muchos de nosotr@s nos gustaría leer muchos de los libros recomendados por los profesores (no falla, sin leerlos no entenderemos nada. Esto también se repite en casi todo el profesorado). Pero eso requiere una cosa algo escasa: TIEMPO. Como ya decíamos en otros textos y sesiones de clase, la aceleración del contexto espacio/tiempo (1) supone la inversión de la relación: de ser la humanidad dueña (y esclava) del tiempo, pasa sólo a someterse a él, con las consecuencias más destructivas que pueda pensarse. Qué importante es hacer todo con un poco de tiempo...todo el día corriendo, más aprisa, más deprisa, adelante, adelante, izquierda, derecha, rendimiento, notas, atención, prestación. Respeto y sumisión. Amistad, realización, pensamiento, coordinación, evaluación, reflexión, autocrítica y decisión, acción, acción, acción...todo pasado por el agua del tiempo...y se está acabando.




(1) Sobre esta relación, Prigogine [Premio nobel de Química] afirma que, al igual que la aceleración geológica-biológica tiene repercusión sobre las estructuras físico-químicas, también la intromisión de hábitos (y del habitus) acelerados y esquizofrénicos de las relaciones sociales conllevan una estructura más inestable y acelerada en el plano individual y social. Ver De Sousa Santos, Boaventura (2005) El milenio huérfano. Madrid: Trotta.

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