sábado, 24 de noviembre de 2007

alternativa y contrapoder

"...el sentimiento de que ningún humano me es ajeno, de que yo puedo comprender [no imponer] a otro porque ambos tenemos en común los mismos elementos de existencia humana [y no una infra-existencia frente a la apariencia superior]...ensanchar [no endiosar] la idea de sí mismo [hacia el otro alternativo], trascender la consciencia [que no elevarla a trascendencia] e iluminar [no manipular] la esfera de lo inconsciente social, ofrecerá la posibilidad de experimentarnos en nuestra humanidad entera" (E. Fromm).

"La organización sustituye al movimiento; un comité central a aquélla y, finalmente, un dictador sustituye a todos...mientras tanto, el pueblo permanece víctima del proceso" (León Trotski- La revolución permanente).



Buenos días, compañer@s.

A la vista del encuentro que tendrá lugar la semana próxima respecto a la innovación educativa y a lomos de los autores anteriores, hay dos cosas que no por obvias resultan menos destacables.



La primera es la necesidad de eliminar de la enseñanza los "ayatolás": los guías sólo existen en la religión y, dado que es un requisito imprescindible para toda enseñanza emancipadora eliminar todo supuesto trascendental, no tienen cabida en el sistema educativo. La experiencia y la formación científica es un método complejo y, consecuentemente, crítico: crítico no sólo con los propios sujetos sino con el mismo método. Para los "jomeinis ad hoc": no sois el la máxima expresión del saber, ni siquiera poseeis las riendas de la libertad científica. Por tanto, teneis la OBLIGACION, no sólo de asumir las cuestiones y errores en vuestros planteamientos sino de responder a vuestra responsabilidad científica, a saber, la de no convertir los argumentos en dogmas; y menos de bastardear el conocimiento científico, al enarbolar bajo vuestras leyes religiosas "la ciencia".



La segunda es la llave de todo el sistema: la enseñanza tiene una conexión científica, sí, pero más importante es que sea (deba ser) democrática. Como pilar cultural, no puede ser satisfecha sin más criterio que el de eficiencia, simplemente aludiendo a que un método más eficiente supondrá "mayor saber científico" y una adecuación más apta al sistema-mundo moderno. No: la educación es una conquista, que no se nos olvide; pero es una victoria no para adoctrinar desde un aparato ideológico sino para "liberar". Comoquiera que la emancipación crítica permanece sujeta a los métodos de "liberación", el libertador se convierte en tirano por utilizar un método más "científico". ¿Solución? La contraparte: la educación no sólo es democrática por su función social y por el carácter creador de democracia que debiera tener. Es así porque, dado que el poder es relacional, el "centro emisor de saber" no es nada sin la obediencia y aquiescencia respetuosa de la audiencia. Y esto no es nuevo, pero la pega es que continuamente se ha ido jerarquizando/bloqueando los accesos al vértice (profesor, especialista, catedrático, etc.), hasta prácticamente invisibilizar su vulnerabilidad. Miedo a las "represalias", actitudes prepotentes, desmanes continuos...El freno al totalitarismo en la (y de) clase no es otro que la respuesta colectiva; situados los medios en las manos del contrapoder, la síntesis surgida entre la propuesta y la respuesta es, inevitablemente, la acertada. Lo que conlleva que las clases magistrales pueden ser efectivamente cuestionadas...o no. El método no es en sí mismo nocivo; hay materias que requieren una mayor reflexividad, al igual que otras no pueden concebirse sin la praxis directa y casi inmediata. Está en nuestras manos determinar "cómo" se imparte, "qué", así como el "para qué". Pero, antes de que nadie se confunda, esto no se trata de una propuesta de evaluar al profesorado: ni tiene sentido (recordemos también que, como función social, no es lo mismo que una relación de clientela) ni es ético. Y además, la evaluación deriva de esa situación relacional: sin la obediencia, el poder no es NADA. Por eso mismo la soberanía democrática de la enseñanza abarca TODOS los ámbitos, incluido el bloqueo "piramidal": una cosa es proponer y otra imponer, amparado en la verdad. Se será más o menos consecuente contra el dogma desde el contrapoder estudiantil: alternativa que no debe confundirse con irresponsabilidad. La enseñanza universitaria parte de un precepto fundamental: es voluntaria y, por tanto, somos "responsables". Sólo desde esa responsabilidad tenemos legitimidad para determinar el rumbo de la innovación educativa; ahora bien, ese carácter cualitativo no debe ser sobreestimado, o mejor dicho, no se ha de subestimar el factor cuantitativo: somos muchos, demasiados como para ignorarnos. La concentración progresiva del poder, "en flecha", desde el alumnado hasta los catedráticos y rectores, pasando por profesores-imames, es el principal peso muerto que arrastra la educación y, con ellos, no menos "traidores" del postulado democrático de la educación. Los adláteres del poder han existido siempre, instrumentales o clientelares, movidos por intereses y destructores de una innovación real, traidores de la responsabilidad y la reciprocidad solidaria. Los recursos son necesarios. Infraestructura, seguro. Pero lo principal son las relaciones sociales y los recursos humanos que sustentamos su construcción, reproducción y crítica: si ésta se fragmenta, si la "totalidad histórica" que significa el alumnado como contrapoder se viene abajo y, no sólo se resquebraja, se transforma en una guerra socialdarwinista por un rendimiento individual más eficiente, entonces esto no tendrá sentido, con el poder del gurú-profesor convertido en biopoder. Y, mientras tanto, seguiremos haciendo el gilipollas en la cafetería, todos juntos un rato hasta retornar al dogma de clase y nuestra propia guerra caníbal...Buenas noches, compañer@s

PD: lo más triste es que, incluso intentando una innovación educativa, la educación sigue una tendencia de "restricción elitista"; creamos elites entre nosotros, configuramos clases intelectuales en posición privilegiada respecto al/los colectivos sociales. Jerarquía aristocrática que no puede eliminarse sino necesariamente a partir de "abrir" la aristocracia, abrir la educación y la innovación educativa a tod@s. Sin sabernos o creernos con derecho a instruir, a tener y ejercer el poder del saber sobre ellos, sin derecho a desviar hacia la perversión clientelar, la renovación democrática del cogito ergo sum (gestio scire omnia, diría algún compañero)
Y, curiosamente, a veces siento en lo más hondo del ser el gran vacío que genera el que, muchas veces, podamos sentirnos incomprendid@s. Dar ese salto empieza por comprender nosotros, no que nos comprendan; comprender, no IMPONER. Así será más fácil abrir nuestro dominio "de clase" a todos; abrir las puertas de las facultades y abrir nuestro entorno de relaciones sociales (otra forma de creación inconsciente de elites) a todo colectivo; chispa y masa, educación y democracia...alguien habló una vez de ser "una gota en el mar del pueblo". Mejor aún: de esa gota, hagamos mar. Salud

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