domingo, 21 de octubre de 2007

Símbolos de clase

Recientemente han aparecido estudios y noticias en prensa "más dudosa" que son concluyentes: la desigualdad social aumenta a una velocidad considerable, una diferencia en flecha respecto a los escasos que más tienen y la gran base social que dispone de menos. En esa diferencia de clase siempre me ha llamado la atención una cosa: la supuesta "evidencia" de la correspondencia entre posición en la estructura de clase y la simbología o semiótica de la vestimenta. Dado que hace mucho tiempo me lo he preguntado pero no tenía medios de observar (o quizás la vertiente sociológica de la carrera despierta ese instinto de "encuesta"), este verano me decidí a analizarlo en el trabajo. En un empleo en el que predomina el imaginario de clase en función de los (supuestos) símbolos que la misma supondría en el consumo visible, como es el transporte de mercancías, la asimilación es clara: con traje y vestido los oficinistas, y de modo más "informal" los mozos de almacén (otra cosa igual, no hay prácticamente personal femenino en los muelles). Con un pelín de mala leche pero sin exagerar la indumentaria (ya que nunca voy "disfrazado" de oficinista), me dispuse a verificar mi (simple) hipótesis. Efectivamente, la mayoría de los cuestionados (o sus reacciones) presumían que era de la "segunda clase" simplemente por mi aspecto, obstruyéndome el paso incluso al edificio mismo de las oficinas sin identificación alguna. En fin, la formación del "otro" amigo en la identificación de reciprocidad a partir de los símbolos de clase que permite también la organización colectiva, fragmentada en compartimentos individualizados o reducidos y con aspecto "robótico". Y lo más gracioso del tema es que, al confundirme con los trabajadores-operarios de los muelles de carga, estaban dando pie a una transposición de la estructura "visible" de clase: asumido ese paralelismo, ¿qué ocurriría con símbolos inversos? Una confusión de la posición de clase, de la supuesta estructura de dominación laboral, "víctima" de esa supuesta identificación de "sentido común". Y lo más tenebroso es que, a pesar de la desigualdad y obviando las exigencias de los trabajos, la "distinción" de clase es asumida tan bien por el mismo trabajo que, finalmente, se tiende a una imitación, alejándose de su "supuesto" paralelismo (intentándose acercar al modelo dominante, más que ser coherente con la propia posición estructural). Pero esto vale también para otras formas de consumo; en fin, pensamientos varios...

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